Se la dedico, dentro de lo que cabe, pues no es mía, al Jefe Administrativo del Servicio:
Larra, levántate, despierta y anda,
verás que lo de “vuelva usted mañana”,
o lo que es lo mismo, “me llamo andana” (1),
en España cierto es, no sé en Irlanda.
A la administración coger por banda
muy difícil resulta, ¡qué gitana!
El derecho de acceso en tierra hispana
suele estar por ahí o de parranda.
Si el ciudadano ver un documento
quiere, ha de saber que suyo tiene
que ser, y aún así un elemento
privarle de ello puede, aunque rellene
mil datos, con el único argumento
de la orden que de más arriba viene.
Pidamos, por higiene,
a Santa Rita que ilumine a quien
proceda y a su superior también.
(1) Llamarse andana. En la jerga delincuente del Siglo de Oro la iglesia se decía "aldana" o "andana". La expresión "llamarse andana" significaba que el perseguido por la Justicia se acogía al asilo de un recinto eclesiástico para no ser prendido por los corchetes. Hoy significa más débilmente esquivar una obligación, desentenderse de un compromiso.
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