miércoles, 14 de diciembre de 2016

El mal empieza en las pequeñas cosas

Ya sé que la Ley lo contempla así, pero… ¿por qué tienen los letrados públicos que defender a los presuntos prevaricadores que además lo son precisamente por ostentar un poder en forma de cargo público que el ciudadano denunciante no tiene? Ya sólo por disponer de ese poder deberían ser más sospechosos, si es que reconocemos que la flaqueza humana no entiende de altura social (o, para el caso, funcionarial).

Al menos, en caso de ser condenados, que paguen al erario público el coste de los letrados que se pusieron a su disposición (a precio real, no de amigotes).

Pero, tanto en un caso como en otro, que corran con las consecuencias económicas y penales que una actuación incorrecta haya generado. Eso, si se aplicara de verdad, sí que sería disuasorio de futuras prevaricaciones.

Letrados públicos defendiendo actuaciones, informes y resoluciones que en su yo más profundo consideran ilegales es la consagración de la impunidad: la supuesta víctima paga (con sus impuestos) los abogados del presunto infractor.

Yo diría que el 90% de los políticos (con poder) y altos (y algunos medios) funcionarios de la entidad en la que trabajo son prevaricadores con plena conciencia de lo que hacen. No digo que lo hagan todos los días, pero sí cuando la ocasión lo merece. Y son ellos los que precisamente muchas veces usan su poder (incluso disciplinario) para satisfacer venganzas personales contra algún ciudadano o contra los que dependen jerárquicamente de ellos.

El problema, es que todos saben lo que hay y por eso todos se tapan mutuamente, porque son cómplices en materias jurídicas y -a veces- en otras. Así que el particular que denuncia a un politico o funcionario por prevaricación se enfrenta a toda la organización (incluso letrados), porque todos hacen piña con el demandado, no sea que mañana les toque a ellos. A esto se suma una proverbial pasividad de los fiscales, no sé si porque están desbordados de asuntos o por vagancia, o porque en una ciudad pequeña todos nos conocemos y no quieren emplumar a quien mañana quizá juegue con ellos al pádel. Si hay suerte y la cosa llega al juez, ¿a quién va a creer? ¿A ese ciudadano que sólo puede costearse un abogado barato o a todo un ejército de juristas y funcionarios que como un sólo hombre afirman que todo se hizo con escrupuloso respeto a la legalidad? Y si algo raro aprecia, al final es un error humano, nada voluntario.

Defender la legalidad DE VERDAD te convierte en el antipático, en el aguafiestas del grupo. ¿Y quién quiere serlo, si luego nos tenemos que ver las caras todos los días? Porque en algunos casos habría que, incluso, denunciar a tus compañeros. Y pobre del funcionario que ose poner en solfa la honradez de un miembro del sistema: todos se sentirán aludidos y apoyarán al acusado y acosarán o harán el vacío al delator.

Y, al denunciante particular, parece que lo único que podrá obtener contra el prevaricador, es la pena de banquillo o de pasillo, poco más. Ni siquiera una apertura de expediente, no digamos ya sanción disciplinaria, contra el infractor.

Yo sé que esto es así porque lo veo "todos los días" (es una forma de hablar) pero me hace gracia que luego nos escandalicemos de que haya tanta corrupción en el país, pero como si sólo ocurriera entre los políticos de los diversos parlamentos.

No estoy muy de acuerdo con el Supremo en que la prevaricación y su vía penal tenga que ver con la gravedad de las consecuencias. Un informe prevaricador de poca monta pero que queda impune es la puerta que se abre a otros más y cada vez más graves, no sólo del mismo funcionario, sino que la impunidad llama a la imitación, y el mal se extiende como un virus por toda la organización, hasta convertirla en una estructura cuasi-mafiosa dado el grado de implicación de todos y el silencio y apoyo que se deben unos a otros. Acaba como un tinglado muy bien montado donde es muy difícil que algún juez o fiscal llegue a ver la verdad, ni aunque se la cuenten, porque nadie se va a salir del guión.

Para mí, la corruptela comienza siempre en la impunidad de ese pequeño informe -ni siquiera todavía resolución- prevaricador que nadie cuestionó a tiempo. Más tarde, esa impunidad hace que las mentiras vayan transmitiéndose a otros informes y resoluciones de cada vez más peso. Cuando queremos atajar el mal es ya de una envergadura que nos supera, asi que se prefiere esconderlo y negarlo, antes que aplicar los verdaderos remedios, ya que serían dolorosos aunque efectivos.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Discriminación

¿Por qué la gente de los polideportivos se siente discriminada y peor tratada que los que están en piscinas?

Silla de polideportivo
Como muestra, un botón.

Silla de polideportivo:

Silla de polideportivo

Como se puede ver, esta silla es vieja, rescatada de una reforma que hubo en unas dependencias municipales. Está sucia y rota. Los empleados la han reparado varias veces con los pocos medios de que disponen. Es, además, incómoda porque por dentro tiene la gomaespuma cedida y casi no cumple su misión.

Por supuesto, han pedido otra silla en mejores condiciones y la callada ha sido la respuesta.



Veamos, en comparación, cómo son las sillas de unas piscinas:

Sillas en piscinas Capiscol
Estas sillas son muy recientes (no voy a decir nuevas, pero casi). Se observa que son ergonómicas y tienen ruedas. Son sillas de oficina.


domingo, 13 de noviembre de 2016

No hay tiempo para tanta denuncia

Hay tantas cosas que contar del ayuntamiento de Burgos y, especialmente del Servicio de Deportes, que no me da la vida de sí.

(Entrada en blanco para posibles asuntos que hayan quedado atrasados).

jueves, 10 de noviembre de 2016

Oscurantísimo Ayuntamiento de Burgos

Aunque hoy hace un día soleado pero frío de narices, vengo bastante "calentito", por decirlo suave, del ayuntamiento. Y no es porque allí haga calor, que también ocurre.

Pido ver un expediente, el cual por fin puedo ir a consultar el día 3 de noviembre. Pido unas fotocopias de ciertas hojas que me pueden interesar para defenderme de cierto asunto en el que me (nos) ha metido el gerente sin yo (nosotros) pedírselo. Los jefes son así: te joden la vida sin motivo ninguno. Sólo por joder. Y mientras te dan, quieren que, además, seas sumiso.

El expediente está en Personal. Dejo las hojas marcadas con post-its. Podrían hacérmelas ahora pero la empleada (llamémosla S.) que me atiende dice que vale, que ya me avisará para recogerlas. Deduzco que las va a pasar a sus jefas para que le den el visto bueno. Esto no haría falta a la luz de la Ley de Transparencia, pero se ve que no se conoce bien esa ley o no está segura.

Pasa una semana sin noticias. Como tengo que hacer otra gestión en el ayuntamiento, aprovecho a subir a Personal para preguntar por mis fotocopias. No está la empleada con la que hablé. Me dirijo a su inmediata superior (llamémosla P.), la cual me dice que S. no está en ese momento y que es ella (S.) la que lo lleva. Puedo esperar o volver en otro momento. Como tengo más cosas que hacer, decido irme y llamar más tarde ya que sospecho que no hay nada preparado.

Llamo más tarde, ya en casa, y hablo con S. Me dice que lo tiene preparado y que me ha llamado a las 9:30h. pero que no le he cogido el teléfono. Que pase cuando quiera. En mi móvil no hay ninguna llamada perdida a esa hora ni aviso SMS de llamada perdida (me llega cuando tengo el móvil apagado, sin cobertura, etc.). Pero, en fin, vamos a creerla.

También me dice que me dará las hojas que le permiten darme, no todas las que solicité. Le respondo que me parece increíble que hayan censurado mi petición de fotocopias y que ya me pasaré a por ellas.

Hoy ha sido el día que he pasado a por ellas. Efectivamente, faltan más de la mitad de las que pedí. Me adjuntan una nota de la Jefa de Personal, Cristina Dalmau Gonzalo, que dice:

"(...) En cumplimiento a lo interesado, se facilita parte de la documentación solicitada, concretamente la que concierne a los intereses del trabajador demandante, que coincide fielmente con el expediente que se le ha dado vista."

(la palabra "parte" la he marcado yo en negrita).

Es decir, esta señora Dalmau, "tan buena" ella, se ha ocupado "por mi" de lo que "concierne a mis intereses". Yo soy tan tonto que no sé lo que concierne a mis intereses. Qué exhibición de paternalismo. Esta señora no debe saber que Franco murió hace 41 años.

La empleada S. me recomienda que hable directamente con ella, ya que está en su despacho. Cuando vamos a hablar con ella, se ha pasado al despacho de la otra jefa (subordinada suya) y nos dice que está ocupada. Como nos quedamos en la puerta esperando a que salga, cierra de mala forma "en mis propias narices" la puerta del despacho de la subjefa. ¿Me ha visto la intención de hablar con ella y por eso esa estrategia de esconder la cabeza como el avestruz, corriendo al despacho de al lado y cerrando la puerta? Muy posible.

En definitiva, el oscurantismo sigue imperando en las instituciones. Al menos, para muestra un botón, en el ayuntamiento de Burgos.

Hay que tener en cuenta, además, otras cosas.

Esta señora Dalmau es hija del anterior letrado municipal, Santiago Dalmau Moliner, quien estuvo décadas en tal puesto. Es de imaginar que esta señora, hija suya, no ocupa ese puestazo por casualidad. Por supuesto, aprobaría una oposición pero, como todo, siempre se puede hacer fraude con apariencia de legalidad. No digo que sea el caso porque no lo sé. Igual es muy competente (no lo ha demostrado en este caso) pero habría disipado muchas dudas si hubiera sacado una oposición a un cuerpo del Estado, y algunas menos si hubiera aprobado para un cargo de la Junta de Castilla y León. Es decir, si hubiera accedido a un puesto en una administración ajena a aquella en la que trabajó durante tantos años su padre.

El mencionado letrado Santiago Dalmau Moliner es, por tanto, familiar de los Moliner, importante (en lo económico) familia burgalesa. Estos, y otros, son los verdaderos dueños de la ciudad en la sombra.

(La familia Moliner se vió envuelta en un conflicto legal debido a un terreno que vendieron a un conocido constructor de la ciudad, quien a la postre acabó en la cárcel debido al "caso construcción").

Desde luego, lo que puedo decir de esta señora porque lo sé de primera mano es que exhibe bastante prepotencia. No creo que deba exhibirla dadas las lógicas sospechas que levantan los antecedentes familiares que he mencionado sobre la provisión del cargo que ocupa pero, como dice el refrán: "Dime de qué presumes y te diré de lo que careces".

En fin, parece que en el ayuntamiento se perpetúan las dinastías como también ocurre en Deportes (ejemplo: un encargado tiene a su esposa y dos hijas trabajando con él en el mismo Servicio, etc.) y parece ser que también en otros servicios (Aguas...).

Y, al final, la presunta incompetencia que generan estas provisiones dinásticas (si es que es el caso) la pagamos todos, no sólo con nuestros impuestos, sino también sufriendo una mala ejecución administrativa o una falta de respeto a nuestros derechos ciudadanos.





sábado, 1 de octubre de 2016

¿Unión de Gerente y Trapisondistas? (II)

En otra entrada hablaba del nerviosismo de la UGT porque se celebraran de una vez las elecciones sindicales y de cómo acosaron a dos miembros de la mesa de edad por la simple razón de que estos últimos intentaban hacer bien las cosas.

Pues bien, después del tiempo transcurrido y recabar algunos datos de aquí y de allá (no indicaré mis fuentes), he llegado a la conclusión de que había un acuerdo entre la U.G.T. de Burgos y el gerente, o con la concejalía de Deportes, o quizá más arriba.

¿En qué se basaría ese acuerdo?

Empecemos por el principio.

El servicio de deportes es una sección a extinguir. Ya lo dijo el difunto concejal Bienvenido Nieto y está recogido en un documento del Comité. De modo que no hay intención de reponer personal que se jubile (o que fallezca, que algunos también ha habido). Pero las necesidades de personal están ahí: en los últimos años se han jubilado o prejubilado varios empleados. De modo que se contrata gente del INEM de una forma, cuando menos, extraña. El INEM envía una lista de candidatos al Servicio y se les hacen unas pruebas. Los criterios para seleccionar a esos afortunados no están muy claros. Se supone que han tenido que tener experiencia de trabajo en instalaciones deportivas pero esto no siempre es así y al ECYL se le puede engañar muy fácil (perdón por el juego de palabras). Con los resultados de esas pruebas se elije a uno o varios de ellos (en número según los que hagan falta) para contrato de relevo con otros tantos que se jubilan.

Por supuesto, las pruebas las hacen los jefes del Servicio: nada de Sección de Personal o empresa externa. Todo queda en casa.

Aquí viene el conejo de la chistera.

Casualmente, y hasta donde he podido averiguar, todos los que aprueban son de alguna de estas categorías:

a) familiares de alguien de UGT que ya trabaja en el Servicio.

b) amigos de alguien importante (y seguramente afiliado de UGT) del Servicio.

c) afiliados de UGT sin relación conocida por ahora (lo cual no quiere decir que no la tengan) con alguien del Servicio.

Es muy posible que también los de la categoría b) sean afiliados a UGT, además de su relación de amistad con alguien de peso en el Servicio.

Por desgracia, no me van a dejar ver los ficheros de UGT para comprobar quiénes son sus afiliados y corroborar o no la pertenencia de esos de la categoría b), pero ahí dejo la sospecha. Cada uno que piense lo que quiera.

Para mi esto explica la sumisión de UGT a los designios del gerente (o de más arriba) y el nerviosismo de los representantes locales en las elecciones sindicales que conté en esta entrada.

Como UGT tiene mayoría (3 miembros) en el Comité (1 CC.OO. y 1 C.T.I.), esto supone que todo el comité está al servicio de los designios del gerente y de los que dirigen la empresa, sean estos quienes sean. Y una de sus funciones, claro, es tener quietecito y calladito al rebaño, mientras se le pela la lana.

Parece que los grandes sindicatos, en este caso al menos UGT, han dejado de defender los intereses generales de los trabajadores para convertirse en unas nuevas agencias de colocación, aunque sólo para sus afiliados y, de entre estos, sólo para aquellos que tengan enchufe dentro del sindicato o de la empresa a la que van.

In dubio pro usuario

Cuando un día descubres lo sinvergüenzas, malas personas e incompetentes que son tus jefes, ese día cambia tu mapa del mundo.

Antes pensabas que debías hacer cumplir escrupulosamente las normas en tu instalación y, en la medida que hicieras esto, eras mejor empleado. Pones de tu parte y vas, a veces, más allá de lo que el deber requiere.

Pero ese día algo cambia en tu cerebro. Y empiezas a desarrollar una nueva filosofía de vida y, sobre todo, de trabajo.

Las cosas ahora son más elásticas porque las pones en relación con lo que has descubierto de maldad e ineficacia en tus jefes. Te vas dando cuenta de todas las cosas que están mal a tu alrededor y cuyos responsables tienen nombres y apellidos. No son los usuarios los que actúan mal siempre, sino que muchas cosas ocurren porque hay unos parásitos en la estructura de la empresa (en lo más alto) que no hacen su trabajo, o lo hacen mal, o lo hacen con vistas a su beneficio personal pero no para servicio del ciudadano.

Ese día empiezas a mirar al usuario de instalaciones deportivas con otros ojos. Y te sientes más cerca de él, porque ves que muchas cosas que padece las padece por los ineptos e inmorales jefes tuyos, que actúan igual de mal contra ti que contra ellos. Te acabas de dar cuenta de que tú y los usuarios tenéis mucho en común: habéis de aguantar las decisiones de unos personajillos que fueron aupados a un puesto sin merecerlo, por el simple hecho de que fueron suficientemente inmorales como para lamer los traseros (o los delanteros) adecuados y estuvieron en el lugar justo en el momento oportuno.

Ese día ya no te preocupas tanto de las normas, aunque lógicamente las normas son necesarias y hay que cumplirlas y hacerlas respetar. Pero de ese día en adelante te preocupas de hacer la vida más fácil al usuario, mientras te cubres las espaldas para que tus jefes no aprovechen la ocasión para darte un hachazo. Eres más servicial hacia el ciudadano, sin caer en el servilismo. Te comprometes contigo mismo en querer ser una mejor persona. La honradez, la limpieza de corazón, la transparencia... se convierten en nuevas divisas que, si bien antes ya las conocías y practicabas, ahora quieres que relumbren como parte inseparable de tus labores cotidianas. Por ningún motivo quieres ser como tus jefes. Actuar como ellos te pone a su nivel y, en definitiva, hace que tú también te corrompas como ellos.

Por eso ahora mi nuevo mantra es "In dubio pro usuario".

Es un recauchutado del viejo silogismo jurídico "In dubio pro reo": ante la duda, decidamos a favor del reo. En mi caso sería: ante la duda, a favor del usuario.

Porque el usuario viene a las instalaciones a pasar un rato agradable, a desconectar de los problemas de la vida, del trabajo, de la familia... Sólo le falta que le pongamos dificultades y normas a cada cosa que pretende. Algunas no podremos permitírselas pero, ¿por qué no aquellas que no perjudican a nadie, aunque a veces nos suponga un poco más de trabajo?

Y las que no podemos otorgar por una razón reglamentaria o de seguridad, etc. deberemos saber darle una explicación racional al usuario de por qué está vedado eso lo que sea. A menudo aparecen en nuestros reglamentos normas y exigencias cuya causa última no conocemos. Debemos hacer un esfuerzo para ponernos en la mente de quien las escribió y tratar de encontrar una lógica a esas normas que a veces parecen estar escritas por los Hermanos Marx.

Si somos pacientes y le explicamos al usuario la razón última de la norma (o la que nosotros creemos que es la causa de la norma) él nos lo agradecerá y la aceptará con menor disgusto. Por supuesto, no tenemos que hacernos responsables del contenido de la norma, sólo de hacerla cumplir. Pero, en la medida en que esté en nuestra mano, hacérsela comprender al usuario.

No obstante, esas normas, las más extravagantes, suelen ser las más fáciles de saltarse. En esas es en las que yo creo que se debe aplicar ese adagio: "in dubio pro usuario". Eso sí, sabiendo siempre hasta dónde nos estamos arriesgando y tomando las medidas adecuadas para que los jefes no nos pillen en renuncio.

Yo, por ejemplo, hice un escrito explicando que muchos usuarios no traían la reserva en papel, de modo que a muchos los tendría que mandar a casa (con el consiguiente berrinche, mala leche y peligro para mi integridad física) porque traían la reserva en el móvil. Las razones por las que hacen esto son varias y no las contaré aquí. En todo caso, en ese escrito decía a la empresa que como habían permitido que los usuarios hicieran las reservas a través de internet y yo no tenía medios informáticos para verificar la validez de las reservas, consideraba, a falta de respuesta por su parte, que dejaban en mis manos si con mostrar la reserva en la pantalla de un móvil era suficiente o debía exigir el documento en formato papel.

Nunca me respondieron a ese escrito así que desde entonces estoy mucho más tranquilo cuando acepto que un usuario me demuestre su reserva con el móvil, porque ese documento me ampara (hasta cierto punto, por supuesto: nunca hay una seguridad completa de que no te sancionen o de que, recurrida la sanción, el juez estime tu escrito, pero siempre es mejor que nada o que actuar por libre) ya que mis jefes están informados del problema, puede ponerle remedio (algún sistema informático o cambiar el reglamento) y yo intento hacer la vida más fácil al usuario respetando al mismo tiempo la obligación de que tengan reserva para usar la pista.

Lo dicho, "in dubio pro usuario".

Entrada en blanco.

Aquí pondré algo que tenga atrasado.

¿Unión de Gerente y Trapisondistas?

¿U.G.T.?

* Trapisondista: intrigante, lioso, enredador, embaucador.

(definición tomada de Wordreference.com).

Entrada en blanco

Aquí pondré algo.

martes, 13 de septiembre de 2016

La obediencia (ciega) a la autoridad

Un estudio psicológico realizado en 2014 por Jean-León Beauvois, Didier Courbet, Dominique Oberlé, Johan Lepage y Aaron A. Duke investigó la relación entre el sometimiento ciego a la autoridad y algunas variables de la personalidad.

Este estudio investigaba cómo la obediencia en un experimento del tipo Milgram es predicha por las diferencias interindividuales.

Los participantes fueron 35 hombres y 31 mujeres de edades 26-54 de la población en general que fueron contactados por teléfono 8 meses después de su participación en un estudio que transponía el ejemplo de la obediencia de Milgram al contexto de un falso programa de televisión.

Las entrevistas se presentaban como encuestas de opinión sin vínculos con el experimento anterior.

La personalidad se evaluó mediante el cuestionario de Los Cinco Grandes Mini-Marcadores (Saucier, 1994). La orientación política y el activismo social también se midieron.

Los resultados confirmaron la hipótesis de que Conciencia y Agradabilidad se asocian a una mayor disposición para administrar descargas eléctricas de alta intensidad a una víctima.

La orientación política y el activismo social también estaban relacionados con la obediencia.

Esos resultados proporcionan una evidencia empírica que sugiere que las diferencias individuales en la personalidad y las variables políticas son importantes en la explicación de la obediencia a la autoridad.

La "buena gente" es más propensa a impartir descargas eléctricas
 

Usted ya habrá oído hablar de los experimentos de Milgram, que medían la voluntad de los sujetos a prueba para dar descargas eléctricas a personas a las que no conocían.

Los experimentadores de Milgram empujaban a los sujetos a administrar descargas eléctricas a desconocidos.

La nueva investigación antes mencionado se ha hecho para evaluar la personalidad de estos sujetos de prueba, y ha surgido una tendencia interesante.En un giro al parecer contrario a la intuición, la gente "agradable" tiende a estar más dispuesta a dar descargas eléctricas, y la gente "desagradable" tiende a estar menos dispuesta.

Pero después un estudio más profundo, parece que tiene sentido: los investigadores señalaron que la razón de esto estaría en la voluntad de las personas desagradables de sacrificar su "agradabilidad" con el fin de "hacer lo correcto".


Mientras que las personas más agradables y sociables tienden a hacer lo que haga falta para seguir siendo consideradas agradables, incluso cuando eso signifique lanzar a un extraño debajo de un autobús.

Curioso: ¿cuál fue el grupo con menos probabilidad de impartir descargas eléctricas? Solución: Las mujeres que han participado en el activismo político o social, un grupo con reputación de ser muy intransigentes con lo que creen.

El caso de Deportes


Todo esto lo traigo a colación porque me he encontrado en el Servicio de Deportes del Ayto. de Burgos con empleados que no se cuestionaban el acierto o la ética de las órdenes que recibían. Normalmente no son órdenes para ejercer la crueldad con un tercero, aunque sospecho que en algunos casos se ha jugado a manipular, a utilizar a algunos empleados contra otros, o en detrimento de otros, es decir, en contra de aquellos que no eran del agrado del jefe o de su círculo de halagadores o incondicionales.

Y es lamentable ver cómo, ante algún intento mío de cuestionar una orden recibida por alguien, no necesariamente yo, de la que he sido testigo, se me responde por uno de estos que para eso son jefes. Ningún asomo en su cabeza de que un jefe se puede equivocar, o puede intentar beneficiarse de algo o simplemente actuar a veces con maldad.

Las órdenes del jefe no se cuestionan. Como se suele decir en ambientes laborales en España: "la burra se ata donde diga el amo, aunque se ahorque".

Voy a elucubrar un poco aunque no soy psicólogo. No sé si esto viene del franquismo, un régimen bastante paternalista, pero que -como dictadura que era- no permitía que se cuestionase su funcionamiento o las decisiones de la autoridad.

También noto un cierto conformismo en las personas que les impide pensar por sí mismas respecto a lo que son sus obligaciones laborales o las órdenes recibidas. Como dicen en inglés: "to think out of the box".

¿Realmente lo que te mandan hacer es necesario? ¿No se puede hacer de otra forma que quizá es mejor? ¿Te lo han enseñado los jefes o lo has aprendido de otro compañero que se iba a jubilar, y no has cambiado ni una coma a pesar de que podía estar haciendo muchas cosas mal o innecesarias? ¿Has adaptado tus rutinas a los nuevos tiempos y medios? ¿Cuántos documentos escribimos, formularios rellenamos o rutinas cumplimos sin saber para qué sirven y, lo que es peor, sin que sirvan para nada?

¿Cuántas veces nos atrevemos a decirle al jefe o a la empresa en general que cumpla sus obligaciones hacia nosotros o hacia otros compañeros?

¿A cuántos han sancionado por cosas que los jefes y su círculo de protegidos hacen cien veces más gravemente?

No digamos nada cuando ya entramos en los "favores" que hace el jefe (generalmente no de su bolsillo, sino de los recursos de la empresa). Entonces sí que la obediencia se hace ciega, pero ciega-ciega.

He conocido dos casos de otros tantos empleados (llamarles compañeros sería darles un rango que no se merecen) que han acudido a los juzgados de lo social a prestar falso testimonio contra mí, sencillamente porque se lo ha pedido su superior, al cual debían favores o esperaban recibirlos (un caso de cada). Ahí entra en juego el experimento de Milgram.

¿Cuánta descarga eléctrica estamos dispuestos a dar a nuestros compañeros si nos lo pide el jefe?

Y es verdad que muchos de esos compañeros, si les ves fuera de esas influencias nefastas, son gente normal y hasta agradable. Y los más secos, los más huraños, los más desagradables (por así decirlo), mal mirados y peor tratados por los jefes y demás, ¿quién sabe si no serán los que nos evitarían una trampa tendida por nuestro jefe, como apunta el experimento con el que iniciaba esta entrada?

Post en blanco

Aquí publicaré alguna cosa que tengo retrasada, pero ahora no tengo tiempo.

Los diez pecados capitales del empleado público


Nuestra vida puede ser épica

Estaba pensando que, con la cantidad de egoísmos e intereses creados que existen incluso en los países desarrollados, necesitamos películas como Gladiator o El Show de Truman para que nos despierten y nos den coraje para luchar contra los tiranos allí donde se encuentren. Los tiranos pueden estar tan cerca de nosotros como nuestros compañeros de trabajo o ser nuestros jefes.

Si esas películas no sirven para eso, mucho me temo que sólo sirven para emocionarnos un ratito sin cambiar nada profundamente en nosotros, y luego seguir quejándonos de lo mal que está el mundo.

Demos sentido a nuestras vidas, aun siendo vidas humildes, defendiendo lo correcto, lo justo, exijamos que se cumpla la ley (cuando es justa). Hagámoslo con inteligencia, no nos expongamos estúpidamente al coraje de nuestros enemigos, que generalmente tienen más poder y son más maliciosos que nosotros. Seamos tan astutos o más que ellos. Usemos los medios que nos presta nuestro entorno: la prensa, la fiscalía, la recogida de firmas en internet...

A menudo, lo que más asusta y frena a los malvados es que sus fechorías sean hechas públicas. Usemos esta estrategia, por tanto, cuando podamos, desde el anonimato. Pero sabiendo que las denuncias anónimas suelen tener poca credibilidad y, por tanto, relevancia.

Así que, a veces, tendremos que dar la cara. A veces tendremos que jugarnos el pellejo, tal vez el empleo, por la verdad y la justicia. Esperemos que eso sólo sea "in extremis", por algo que realmente merezca la pena y cuando hayamos agotado todos los medios anteriores que no nos provoquen represalias.

Nos encontraremos que la mayoría de las veces nuestros compañeros o posibles aliados nos dirán "yo no quiero problemas". ¡Nadie los queremos! Pero no dejemos que esas respuestas nos desanimen.

Sin caer en el quijotismo, busquemos un punto de épica en nuestra vida, tomando como modelos a los grandes paladines de las causas justas, sabiendo que nosotros no somos ellos y que sólo deben servirnos de inspiración. Luego nuestras propias fuerzas y las circunstancias nos marcarán el camino de hasta dónde podemos llegar.

Y, si no podemos llegar muy lejos, al menos no seamos cómplices de las injusticias, discriminaciones y favoritismos.

¡Suerte en el camino!